lunes, 3 de septiembre de 2012

RMX

 Era todo ruido.
Ruido vibrante.
Ruido callejero y veloz.
Veloz como el viento.
Ese viento acaricia nuestros brazos
Acaricia nuetra vida.
Nuestros cuerpos.
Y cuando miro atrás ya nada nos persigue.
Ni los años.
Ni los malos.
Ni los malditos extraños.
El choque entre los cascos.
Los arañazos.
Mi cara buscando el retrovisor.
Cambia de marcha
Austria-lia
Lia-Austria
Otra vez
1,2 y 3.
Hay calles.
Valles.
Mansiones.
Paraiso y aves.
Las cuatro estaciones.
Una a una pasan volando.
Tras las dos ruedas.
Por debajo.
Embestimos montes.
Vibraciones cansadas resposan sobre mis inespertos pies.
Vibra.
Es azul y vibra.
Sobre la suela de mis botas bimba.
Me gusta como huele.
El humeante aire que expulsa.
La gasolina.
Me gusta cuando voy detrás y ansio volar.
Es pequeña y ruidosa.
Tan delgada y alta.
Al principio me asustaba.
Ahora me encanta.
Los dos subidos en ella.
Tocando el mundo.
Hacía las estrellas.














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