domingo, 17 de junio de 2012

Reventar.


Cuando la vio venir, emocionado

con la felicidad de la sorpresa,

pudo notar que, aún cuando había cambiado,

aún conservaba entera su belleza.



Durante un tiempo habían sido amantes,

pero hacía mucho que no se veían,

y, como estaban siempre muy distantes,

sólo de vez en cuando se escribían.



Caminaron, dudando, hasta acercarse

observándose algo desconcertados,

ella sin evitar ruborizarse,

y él como si avanzara hacia el pasado.



Ella inquieta, movía la cabeza

como diciendo que no lo creía,

con una mezcla de alegría y tristeza

que su agitado pecho le oprimía.



El se acercó nervioso, y su mirada

notó de pronto que se humedecía,

y que su voz, vacilante y quebrada,

quería nombrarla, pero no podía.



Y entonces un impulso inesperado

les empujó a los dos súbitamente,

con la ilusión de dos enamorados

que vuelven a encontrarse nuevamente.



Se fundieron en un estrecho abrazo,

como queriendo entregarse la vida,

tratando de encerrar entre sus brazos

todo el tiempo de espera contenida.



Frente a frente, cogidos de las manos,

volvieron a observarse tiernamente,

viendo que el tiempo no pasaba en vano,

y que eran dos personas diferentes.



En diálogo feliz y emocionado,

trataron de expresarse la alegría

de aquel casual encuentro inesperado

con que el destino al fin los reunía.



Entonces él, sintiéndose atraído,

quiso apegarse un poco más a ella,

besándola, y diciéndole al oído

que seguía siendo encantadora y bella.



Ambos estaban como transportados

viviendo un sueño que se había cumplido,

y así permanecieron abrazados,

cual si el tiempo se hubiera detenido.



Y después caminaron decididos,

en busca de algún sitio retirado,

donde poder contarse lo ocurrido

en aquellos años de pasado.

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